En esta obra Ernst Benz explica cómo el siglo de las Luces estableció como tamiz principal del pensamiento filosófico al severo tribunal de la razón, el cual tuvo a bien el descartar de sus consideraciones cualquier indicio de carácter religioso y, consecuentemente, de origen místico, debido a que la revelación mística, en tanto experiencia singular, y tal vez aislada de los criterios epistemológicos de claridad y distinción, no ofrece las rigurosas pautas que exige el método de un pensamiento analítico o especulativo, el cual se perfiló en la Modernidad occidental y se afianzó con los modelos propios del criticismo. No obstante, en el siglo XIX, Friedrich Théodor Vischer, discípulo de Hegel, formuló una consigna que puso en tela de juicio la valoración filosófica que ostentaban sus predecesores y aun sus contemporáneos, puesto que barruntó que los paradigmas del pensamiento de su época no eran sino el resultado de las observaciones que propugnaron los místicos medievales, en especial el teósofo alemán Jacob Böhme. Al mismo tiempo, Martensen, otro de los discípulos del filósofo de Stuttgart, sostuvo que la primera forma Gestalt en que la filosofía alemana se presentó en la historia del pensamiento, fue a través de los textos místicos del Maestro Eckhart.
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